Detrás del telón: Poco o nada gratificante.
- Mauricio Maita Herbas
- 6 abr 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 mar
Hace unos días, pude apreciar dos episodios o eventos que parecían ser completamente diferentes pero que tienen un común denominador: caos.

Foto: Archivo Los Tiempos
Por un lado, tenía frente a mí un peculiar fenómeno social de protesta compuesto por madres y familiares de niños que, a raíz de diferentes circunstancias, se encuentran en una saturada sala de hospital, con quemaduras, traumatismos y otro tipo de impedimentos que apremian su sufrimiento.
El pedido de tal algarabía, solicitaba la construcción de un hospital infantil, o por lo menos la finalización de uno que desde hace años, yace parado por diversos problemas, enmarcado en el foco de la corrupción.
Por otro lado, días después, surge un nuevo capítulo que me deja perplejo, cuando por medios televisivos, el Bombonazo anuncia la construcción de un teatro maravilla, con un costo aproximado de 25 millones de dólares, el cual deberá contar con vanguardias desarrollistas de ultramundo. Oprobio, no sería el monto, sino la divagante afirmación de “los enigmáticos inversionistas externos”, dejándonos en suspenso.
Motivo de indignación, tal vez, pues revela una desconcertante falta de sensibilidad hacia las verdaderas necesidades de nuestra ciudad. En un momento en que la salud y el bienestar de nuestros niños y familias más vulnerables están en juego, ¿cómo puede justificarse el derroche de recursos en un proyecto de entretenimiento?
La construcción de un nuevo teatro en la zona norte de Cochabamba, desde mi punto de vista, no responde a ningún tipo de necesidad social de urgencia. Se argumenta que la saturación de los teatros existentes en el centro de la ciudad justifica la expansión hacia el norte, pero esta lógica se desmorona ante un análisis más profundo.
¿Quién se beneficiará realmente de este nuevo espacio cultural? ¿Acaso los ciudadanos comunes y corrientes, o más bien una élite selecta con los medios para acceder a eventos de alto costo? Ya que todos los que hemos asistido recientemente a una obra de teatro sabemos que en promedio un boleto cuesta 50 bs. ¿Es un costo realmente accesible?
La falta de transparencia en cuanto a los inversionistas y sus intereses subyacentes también alimenta mis sospechas. Se mencionan vagamente "inversores externos", pero ¿a qué se refieren exactamente? ¿Son entidades extranjeras con sus propios intereses financieros, o se trata de empresas locales privadas que buscan sacar provecho de la inversión pública?
A demás queda la duda: ¿De qué manera se administrarán los recursos recaudados? La opacidad en este aspecto es preocupante y deja abierta la puerta a la explotación y el lucro a expensas del bienestar de la comunidad y los intereses de los más necesitados, dejando más interrogantes que respuestas.
La construcción de un teatro, si bien puede ser vista como una adición cultural, no puede ni debe eclipsar la urgente necesidad de invertir en infraestructura médica y educativa. La falta de hospitales y de mobiliario escolar adecuado es una afrenta a la dignidad de nuestra comunidad, y destinar fondos significativos a un proyecto que beneficia únicamente a unos pocos es un insulto a la integridad de nuestra sociedad.
No podemos ignorar el hecho de que la construcción de un teatro, a pesar de su valor cultural potencial, no aborda las necesidades más apremiantes de nuestra ciudad. La falta de servicios básicos, como la atención médica adecuada para nuestros niños, debería ser una prioridad indiscutible para nuestras autoridades.
En última instancia, este proyecto no es más que un negocio (la vaca a ordeñar) disfrazado de iniciativa cultural.
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Redacción: Mauricio Maita Herbas
Publicado Por : C.E.
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