La violencia infantil: una crítica a la conciencia y responsabilidad social.
- Mauricio Maita Herbas
- 4 abr 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 mar
Redacción: Mauricio Maita Herbas

Imagen: Archivos ATB
El flagelo de la violencia infantil se cierne sobre nuestra sociedad, manifestándose en cifras alarmantes y casos desgarradores que requieren una urgente atención. Según un reporte de la prensa de Diputados, se registra un promedio de más de 110 casos diarios de violencia contra niñas, niños y adolescentes en Bolivia. Entre estos casos, el abuso sexual emerge como el tipo de maltrato más frecuente, dejando cicatrices imborrables en las víctimas y sus familias.
A pesar de contar con normativas avanzadas destinadas a proteger a los menores, la realidad es desalentadora. Los índices de violencia siguen siendo alarmantes y los informes provienen no solo de las instituciones responsables de la atención y protección de los derechos de la infancia, sino también de una sociedad que, en su mayoría, parece haberse acostumbrado a convivir con este flagelo.
Resulta especialmente lamentable constatar que las autoridades y las instituciones solo muestran interés en este tema durante fechas señaladas, como el mes de abril, recordando únicamente que el 12 de abril es el Día del Niño. El resto del año, los niños parecen ser olvidados, mientras que abril se convierte en un mes propicio para campañas políticas que apelan a la sensibilidad ciudadana.
Sin embargo, la responsabilidad no recae únicamente en las autoridades y las instituciones, sino también en cada uno de nosotros como ciudadanos. La violencia sexual hacia los niños y niñas se ha convertido en un tabú, en un tema del cual preferimos no hablar, en una complicidad silenciosa que perpetúa el sufrimiento de las víctimas.
Es hora de abordar de manera contundente la dilatación de la justicia en estos casos. La mayoría de los casos de violencia infantil tienen lugar en el entorno familiar, donde el miedo al escándalo y al veto social lleva a encubrir al agresor. Las amenazas económicas y el temor a perder el sustento familiar hacen que la familia se convierta en cómplice del agresor, perpetuando así el ciclo de violencia.
Los agresores, amparados por jueces y fiscales corruptos, salen a las calles y vuelven a cometer sus abominables actos. Ejemplos como el reciente caso en Santa Cruz de la Sierra, donde un hombre con antecedentes de agresión secuestró y abusó sexualmente de un niño, ponen en evidencia la urgencia de reformas judiciales que garanticen la protección de los niños y la aplicación efectiva de la ley.
Es inadmisible que casos como los ocurridos en Cochabamba y Potosí, donde agresores con sentencias ejecutoriadas fueron liberados y volvieron a cometer atrocidades, queden impunes. La dilatación de la justicia no solo perpetúa el sufrimiento de las víctimas y sus familias, sino que también pone en riesgo a toda la sociedad al permitir que los agresores continúen cometiendo actos de violencia.
En este mes de abril, en el cual se busca generar conciencia y tomar acción en la prevención, protección y denuncia de la violencia infantil, es fundamental que la sociedad en su conjunto exija medidas concretas para combatir este flagelo. Es tiempo de dejar de ser cómplices del silencio y la impunidad, y de trabajar juntos por un futuro seguro y digno para nuestros niños y niñas.
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Redacción: Mauricio Maita Herbas
Publicado Por : C.E.
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