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Día del Peatón: Basuralandia

En algún lejano lugar, donde a la gente le gusta comer en lugar de pensar.


Cada vez que se celebra el "Día del Peatón", se nos presenta la oportunidad de reflexionar sobre la ironía ambiental que encierra esta jornada. Aunque la intención original es noble, la realidad en las calles nos confronta con una situación contradictoria.

Es innegable que durante estas jornadas, las calles se llenan de vida y actividad social. Sin embargo, esta convivencia se ve empañada por la presencia abrumadora de vendedores ambulantes y la acumulación de basura que deja a su paso el consumismo cochala. Es como si, paradójicamente, el día dedicado a promover la movilidad peatonal se convirtiera en un festival de irresponsabilidad ambiental.

Tal vez si hubiese algún depósito cercano. La triste realidad es que, aunque la problemática de la basura en las calles no se limita a este día específico, durante el "Día del Peatón" esta situación alcanza su máximo esplendor. Es una ocasión única en la que los ciudadanos, en lugar de cuidar su entorno, contribuyen activamente a su contaminación y la destrucción de espacios verdes.

Es importante reconocer que las iniciativas de las autoridades municipales tienen un objetivo loable. Sin embargo, resulta insuficiente llevar a cabo estas jornadas sin una campaña de concientización previa. ¿Cómo podemos esperar que los ciudadanos actúen de manera responsable si no se les brinda la educación y los recursos necesarios para hacerlo?

El "Día del Peatón" debe ser más que una simple pausa en el uso de vehículos motorizados. Debe ser un día de reflexión y compromiso con el cuidado de nuestro entorno. Es responsabilidad de todos contribuir a la preservación del medio ambiente, incluso cuando damos un simple paseo por la ciudad.

Intentemos no comportarnos como "cerdos"; si consumimos algún producto en la calle, parque o acera, guardemos la basura hasta llegar a un punto de recolección. Si visitamos un área verde, respetemos las jardineras; si sacamos a nuestras mascotas, recojamos sus desechos; si vendemos productos, ofrecer un depósito.

Sin embargo, hasta que no tomemos conciencia de nuestras acciones y adoptemos medidas concretas para abordar la problemática de la basura en nuestras calles, seguiremos atrapados en esta irónica contradicción.

Una ciudad limpia no es aquella que más se limpia, sino aquella que menos cerdos tiene.
Redacción: Mauricio Maita Herbas.
 
 
 

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