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"La Luz de la Fidelidad"

Foto del escritor: Mauricio Maita HerbasMauricio Maita Herbas


En el tranquilo bosque de Roble Viejo, donde las sombras danzan entre los árboles y las estrellas susurran secretos al viento, vivían dos pequeños insectos: Lucía, una brillante luciérnaga, y Gregorio, un gracioso grillo.

Lucía era conocida por su luz mágica que iluminaba la noche, mientras que Gregorio destacaba por su melodiosa canción que llenaba el aire de alegría. A pesar de ser tan diferentes, Lucía y Gregorio eran amigos inseparables.

Cada noche, Lucía bailaba al ritmo de la canción de Gregorio, y él la acompañaba con su música mientras ella guiaba su camino con su resplandor. Juntos, formaban un equipo imparable, unidos por la lealtad y el afecto que se tenían el uno al otro. Un día, una terrible tormenta azotó el bosque, haciendo que los árboles se sacudieran y los animales buscaran refugio.

Lucía y Gregorio se aferraron el uno al otro, sintiendo el miedo en sus diminutos corazones. Pero incluso en medio del caos, su amistad brillaba con más fuerza que nunca. Mientras la tormenta rugía afuera, un rayo cayó sobre el árbol donde vivían, dejándolos atrapados entre escombros y llamas.

En medio de la oscuridad y el caos causados por la explosión, terminaron separados y desorientados. El sonido ensordecedor los dejó aturdidos, pero pronto Gregorio encontró fuerzas en lo más profundo de su ser y comenzó a cantar como nunca antes lo había hecho.

Su melodiosa voz resonaba en el aire, llenando el espacio con notas de esperanza y determinación. Lucía, herida y temblorosa, escuchó el canto de su amigo y se aferró a él con todas sus fuerzas. A través de la oscuridad, siguió el sonido reconfortante, permitiendo que la canción de Gregorio la guiara hacia donde él se encontraba.

Aterrados y heridos, se miraron con determinación, sabiendo que debían confiar el uno en el otro para sobrevivir. Con valentía y sacrificio, Lucía usó su luz para guiar a Gregorio a través de los escombros y encontrar una salida.

A pesar del dolor y la adversidad, nunca perdieron la esperanza ni abandonaron su promesa de estar juntos sin importar los problemas.

Finalmente, el sol brilló de nuevo sobre el bosque, y Lucía y Gregorio salieron de su refugio destruido, pero más fuertes que nunca. Se abrazaron con gratitud y amor, sabiendo que su vínculo era indestructible y que juntos podían superar cualquier desafío.

La fidelidad trasciende las diferencias y brilla aún en las noches más oscuras. Lucía y Gregorio demostraron que el amor y la lealtad son los verdaderos tesoros de la vida, y que con ellos, nada es imposible.

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Autor: Mauricio Maita Herbas

Imagen: IAbing



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